Letras Sangrantes

martes, 27 de noviembre de 2007

La mujer sin identidad

Ya se han acabado las clases y comienza el típico tiempo donde se esperan los resultados finales, se entregan trabajos que los profesores te dan a última hora y te quedas en la casa pensando en que sólo quieres que llegue el día viernes y salir a unas vacaciones que de tanto ser soñadas parecen una utopía.
Con todas estas condiciones, con un pie afuera y otro adentro de los días libres, el tiempo que se pasa en internet haciendo "todo-lo-uno-no-debería-estar-haciendo-en-ese-momento" aumenta de forma considerable.
Así, me he pasado mirando cosas por internet (más de lo común) y por eso me he revisado cosas que no había visto nunca. Y una de ellas son los fotologs.
No suelo visitar los fotolog. Y la razón es simple: no tengo cuenta como para poder postear a nadie. Nunca podría ser pokemona, no tengo el requisito básico xDDD
Podría crearme uno y usarlo sólo para postearle a otra gente, pero sé que con el tiempo caería en el lado oscuro de la exposición, que por tanto tiempo he evitado.
Pero ese no es el tema del post! (jajaja), sino que la impresión que me he llevado. Si quieren una prueba de lo pequeño que es el mundo, vayan de fotolog en fotolog y lo sabrán. Los blogs pueden ser muy interesantes, pero los fotologs, por alguna razón, parecen ser una fuente de vivencias diarias... Es como si vieras una fuente, dónde la gente se refleja...

eso por ahora (debo volver a mi trabajo de psicología xDDD)

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jueves, 15 de noviembre de 2007

Rolando

Es curioso como me mira. No entiende nada de lo que hago en esa caja que para el resulta diabólica, pero bueno, me acompaña igual, en silencio, como lo ha hecho desde que tengo memoria. Es una de las primeras presencias masculinas que recuerdo y que he querido.
Su aura es especial: con mi papá siempre nos hemos preguntado porque la gente lo quiere y lo respeta tanto. La verdad es que su temple inspira tranquilidad y confianza. Mi abuela, cuando chica, siempre me asusto con que si era una niña muy mala, ni los perros me iban a querer. En su caso, el de mi abuelo, ha sido siempre al revés: todos los perros lo aman (el vincent se alegra con tan estar echado a su lado).
Siempre ha sido serio. Desde joven sus fotos no mostraban más que una cara rígida. Puras mentiras. Siempre ha sido un hombre amable y lo travieso nunca le faltó al momento de hacer rabiar a alguno de sus nietos (sobre todo a mi hermana, que siempre agarro papa con él).
es porfiado a rabiar (y después se quejan de que yo soy terca), pero muy obediente ante la imagen de mi madre. Cuando ella se lo pidió, el dejó de fumar, de un día para otro. No hay nadie más que logre ese efecto en él (menos sus nietas, que con un poco de cariño ablandan el corazón del viejo).
Cuando lo miro, siempre me pregunto como seré yo a su edad, en donde estaré después de que pase la mayoría de mi vida. Realmente me gustaría estar así, tranquila, con una mantita en mis piernas, con mi familia grande, cuidándome.
En su honor, esta canción, que el cataba siempre mientras hacia las cosas de la casa, y que de tanto escucharla, a mí se me quedo pegada, para siempre...

EN UN BOSQUE DE LA CHINA
En un bosque de la China
una china se perdió,
y como yo era un perdido,
nos encontramos los dos.

En un bosque de la China
una china se perdió,
y como yo era un perdido,
nos encontramos los dos.

II
Era de noche y la chinita...
tenia miedo, miedo le daba
de andar solita...
Anduvo un poco. . .
y se sentó.
Como la china, como la china,
me senté yo. . .

III
Y yo a que si... y ella a que no...
Y yo a que si... y ella a que no...
Y al cabo fuimos.. . y al cabo fuimos...
y al cabo fuimos... de una opinión.

I bis

Bajo el cielo de la China
la chinita suspiró.
Y la luna en ese instante,
indiscreta la besó.

Bajo el cielo de la China
la chinita suspiró.
Y la luna en ese instante,
indiscreta la besó.

Despues no vi lo que pasó;
la oscuridad me lo impidió...
Y la chinita, y la chinita...
la chinita me lo contó.



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domingo, 11 de noviembre de 2007

Me gustan los hombres, no los maricones...

No se confundan. No soy una "homofóbica". Sé que puede malinterpretarse. De hecho, ha varias personas que le comente la confección de este post parecían no esperarse algo semejante a la discriminación "por tendencia sexual" de mi parte.
Yo no hablo de los homosexuales, ni tampoco, en su versión más agringada, de los gay. La palabra maricón hace tiempo que se cambio por estos mejores sinónimos.
En estos últimos días he asistido a un congreso de literatura y he observado una muy interesante costumbre entre los panelistas: cada vez que hablaban sobre un término, definían claramente en que términos lo iban a usar. Aquí yo haré lo mismo.
Yo sólo me refiero a las personas cobardes, esos "pocos hombres", últimamente tan poco pasables para mi persona. Son tan difíciles de definir, que sólo he encontrado este término tan "machista" para nombrarlos. Palabras como: "machíto", "hombrecito", y bla bla, son tan comunes, al igual que su carga sexual, algo que no me sirve en este momento.
Pero yo no hablo de algo que conlleve al género. Me refiero a "poner la cara", "mojarse el potito" y quizás hasta de "poner las manos al fuego". Lo planteó así simplemente porque esta reflexión nació de variadas situaciones con mis contemporáneos del género opuesto. Después de masticarlo un poco, eso sí, me he dado cuenta que no es cosa de ser mujer u hombre, sino que de algunas vilidades del ser humano en general.
Es así que:
  • Me gustan los hombres que miran a los ojos y que buscan lo mismo. Que me miren a la cara me da confianza en sus palabras y me permite conocer al que miente o como ha de mirar en el futuro cuando lo haga.
  • Me gustan los hombres de palabra, que cumplen, que no esperen que siempre los esperen. Que lleguen cuando tiene que llegar y no después.
  • Me gustan los hombres que meten la pata porque se han lanzado a la vida. Me gustan torpes y nerviosos porque están en un momento y lugar en donde no quisieran estar en ese momento, sino a kilómetros de distancia. Simplemente están, dignos, aunque todos los de más se hayan ido.
  • Me gustan los hombres que no tiene miedo. No he dicho que vivan en el riesgo constante, exponiendo sus vidas, cuerpo e integridad física. Digo de los hombres que asumen los pasos que han seguido, sus pasos dados, asumen sus culpas y soportan las consecuencias que les siguen, sean malas o buenas. Pero hay un detalle: un hombre también reconoce sus logros y sobrellevan el éxito.
  • No me gustan aquellos que nunca tienen culpa y por lo tanto nunca buscan una solución. Quizás esto no sea tan grave como aquellos que si sospechan que hay algo que pasa, pero tienen tanto miedo que sea su culpa y por eso no hacen nada, dejan pasar y confeccionan una eterna nebulosa, que los sigue constantemente.
  • Amo a esos hombres que se reconocen como tales ante el mundo y por ellos, reconocen lo que son los demás a su alrededor. Saben como los demás influyen en su vida y como influye en la vida de ellos a su vez. Por esta razón, odio a aquellos cobardes que abusan de su poder para maltratar a los que lo rodean y abusan, sin discriminación, no sólo de los desconocidos, sino que también de los que más los quieren.
Así, ya nada es tan sensible a mis ojos.
No quiero ser tajante. Sólo quería salir de mi mutismo de una vez por todas. Todas están cosas son difíciles, yo las trabajo día a día con grandes fracasos pero también satisfacciones. Todo es relativo y este mismo texto puede interpretarse de diversas formas. me hago responsable de los ofendidos.
Algo si puedo decir: esto es lo que quiero y busco.
Para mí.

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